Miércoles 7 de Marzo 2018
Tercer día en el preescolar. El que yo consideré el más divertido de todos. Llegue al mismo, me dirigí a mi salón y saludé a la maestra y a los niños, me sorprendió que algunos de ellos recordarán ya mi nombre; siempre será una sensación indescriptible el escucharlo junto con el título de maestra, y más aún si proviene de voces tan pequeñas y entusiastas. Se disponían a tomar sus alimentos y aproveché para desayunar de igual manera, se llegó la hora de comenzar con las actividades y encantada de ayudar apoyaba a los niños en la realización de las mismas. Siempre me ah impresionado su inteligencia y la gran capacidad que tienen para razonar. Si no saben la respuesta sobre algo la inventan, fácil y sencillo, no saben complicarse, y claro que sus respuestas muchas veces me hacen soltar una risita, en verdad que no hay lugar donde yo me sienta más feliz y completa. Suena el timbre pero ésta vez no es para salir a receso, si no para ir a clase de deportes, les sigo hasta el patio y me doy cuenta que hay una maestra más para ésta clase, me presenté y la clase comenzó. Suena una canción de fondo muy curiosa, los niños siguen la letra de la misma y me les uno, dando vueltas, saltando en un pie y meneando la colita, esto les agrada, se les ve felices, pero en relidad no se quiénes se divertían más, si ellos o yo. Seguido de esto brincamos una soga, enfrente-atrás izquierda-derecha de un lado-al otro. Se termina la clase y con ella nuestra energías. Subimos todos al salón a refrescarnos tomando agua, mientras esto pasaba la maestra aprovechaba para retroalimentar la clase. Llegan los padres de familia y está vez son más los "adiós maestra" que tanto me llenan.

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