Martes 6 de Marzo 2018
Mi segundo día de prácticas aunque no menos importante que el primero. Entré en mi salón de clase, saludé a la maestra y a los niños con mucho entusiasmo, ayude a repartir los refrigerios y aproveché para preguntarles como se la habían pasado ayer con mi presencia; recibí respuestas como: -bien maestra, ¿hoy podemos volver a jugar pelota? Y también; - ¿Se va a quedar para siempre aquí? A lo que contesté: ¿Te gustaría que me quedara? Y recibí la mejor de las respuestas: - Sí, me gusta cantar y jugar contigo, y lo comprendí pues la maestra no suele hacerlo muy a menudo. Estando todos comiendo me dispuse a escribir mis acostumbradas observaciones, no llevaba de desayunar pues lo había hecho ya en mi casa, al observar esto uno de los niños se acercó para regalarme uno de sus tacos al vapor, quise devolverselo pero él argumentó que ya estaba lleno y quería regalarmelo, le agradecí y le di un fuerte abrazo, aunque no me pareció paga suficiente para tal acto de bondad, sin duda tenemos mucho que aprenderle a éstos seres tan pequeños pero de corazón inmenso. Terminaron sus alimentos y fue hora de iniciar con sus actividades, nuevamente apoyé a la maestra para agilizar la realización de las mismas. Suena el timbre de recreo y salen. Jugamos con la pelota otra vez a petición de ellos, termina su receso y regresamos al salón, se hace lo acostumbrado y llegan los padres de familia. Cuánta diversión en tan sólo un par de horas.

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